lunes, 1 de febrero de 2010

Hace un mes

Me acuerdo del mes pasado, exactamente un mes atrás, era 4, nos juntamos los cinco en ese cuadrito de pasto que hay en la mitad del paseo lleno de cemento, ese cuadrito que era como un árbol en un desierto, tal cual, siempre quisimos plantar un árbol ahí ahora que lo recuerdo, ni idea de por qué nunca lo hicimos. Llegué primero, en segundo lugar llegaron dos más, esperamos unos diez minutos y llegó una pareja, nos dimos cuenta que esa pareja eran a los que esperábamos, pero ciertamente no esperábamos que fueran pareja. Los que fumamos, fumamos, los que no, bueno, peor para ellos. Estaba nublado, conversamos como por media hora ahí parados, luego nos sentamos y seguimos hablando del trabajo, de la universidad, de mi mamá que había muerto, la tía que tenía cáncer, pensé en un cuento de Cortázar donde dicen que siempre son parientes o dolores, así me sentí, solo hablamos de parientes y dolores.

-Que está bonito el cielo – dije recostándome.

-Esa percepción tuya, – dijo Sofía imitándome – a mi me parece que está más bien feíto. Me acabo de acordar de esa tipa con la que estuviste, también me parecía feíta, esa pelirroja, ¿te acuerdas Cristian?

-A mi no me metan en sus cosas, ni me acuerdo que pelirroja. – Escupió el chicle.

-Si la recuerdo, no era precisamente linda, yo sé, pero eso no es lo que buscaba en ella.

-¿Plata?

-No, esta tipa trabajaba en un videoclub, y ya sabes, en ese tiempo bajar películas de internet ni siquiera era una posibilidad, ya sé, ya sé, no me miren con esas caras, yo también he sido hijo de puta a veces, si esperaban el asunto de la belleza interna, siento decepcionarlos. – dije sin darle mucha importancia al asunto.

-A mi no me sorprende, siempre creí que tenías tu lado maricón, tampoco es que andes violando gente por ahí. – dijo Cristian sacando otro chicle y metiéndoselo a la boca.

-Pues yo no me lo esperaba, no sé, tenía la idea de que eras de esos románticos que tratan a las mujeres como musas o algo así – Sofía se veía un poco incomoda.

-Sofi, Sofi, Sofi, tienes que entender que nosotros los hombres somos maricones, todos, si, incluso yo, no me mires así, yo también anduve con alguna tipa por sacarle algo, que se yo, era más crío, pero contigo es diferente, llevamos siendo amigos casi una década, eso cambia las cosas, fuimos amigos antes – este Andrés siempre metiendo la pata.

Ahí quedó la grande, el Cristian seguía mascando y mascando chicle, la Camila no había dicho nada desde que nos saludó, yo seguía tirado en el suelo fumando, y por supuesto la Sofía se puso a gritar como loca que éramos hijos de puta, que como podíamos aprovecharnos así de las mujeres, le pedía apoyo a la Camila, hecho que me sorprendió bastante, llevamos siendo amigos por mucho tiempo y sabíamos que la Camila nunca iba a tomar ningún lado, ella siempre escuchaba, ni siquiera estaba seguro que clase de música le gustaba; y el Andrés ahí tratando de arreglar como podía el asunto este de que todos los hombres somos unos desgraciados. Por un lado era entretenido escucharlos, pero por otro era realmente latero, porque se supone que con las amistades uno lo pasa bien, conversa un rato, se fuma un pucho, se toma algún trago, que se yo, no se pelean por dejar la tapa arriba del baño ni los pelos en el jabón; en esto divagaba cuando el Andrés me cayó encima, la Sofía lo había empujado y se había ido corriendo.

-¿Y ahora qué hago?, ¿la sigo?- su cara reflejaba confusión, enojo, arrepentimiento y hasta risa.

-Yo creo que …..

Fue un momento muy extraño, al Cristian se le cayó el chicle, el Andrés giró tan rápido la cabeza que casi se quiebra el cuello y yo me quemé la lengua cuando el cigarro pasó por mis labios hasta mi boca. La Camila había hablado, la misma Camila que nunca se metió en nuestras peleas políticas, cinéfilas, religiosas, sexuales; la misma que ni siquiera estaba seguro que se llamaba Camila acababa de decir algo.

-¿Por qué me miran así?, también hablo, no soy muda. Si me siguen mirando así no voy a decir nada.

Nuestra reacción fue tan rápida que la gente que pasaba cerca tuvo que mirar, el Andrés se paró de un salto y empezó a caminar en círculos, el Cristian se giró mirando el oeste y yo me di vuelta quedando boca abajo.

-Nadie te está mirando – dijo el Cristian

-No ustedes, pero fíjense en la gente, contigo tirado boca abajo ahora todos nos miran; me enferman, ¿por qué no se meten en sus asuntos?, ¡¿USTED QUE ESTÁ MIRANDO?! – le gritó a una señora que nos miraba descaradamente.

Me di cuenta que ella tenía una rabia gigante, no sé cómo lo supe, pero sentí que la Camila nunca nos habló porque temía que pasara eso, lo que iba a pasar a continuación, ella temió tanto tiempo que se quedó muda, pero supongo que en algún punto tanta rabia sale, menos mal que no nos mató a ninguno, y ahora puede sonar chistoso, pero esa vez, lo recuerdo tan bien, temí por mi vida unos segundos.

-¡CORRE DETRÁS DE ELLA ESTÚPIDO, LLEVAMOS SIENDO AMIGOS TODOS ESTOS AÑOS Y TODAVÍA NO SABES QUE CLASE DE TIPA ES LA SOFIA, ELLA QUIERE QUE LA SIGAS Y LA ABRACES Y LE DIGAS QUE ES EL AMOR DE TU VIDA!

El Andrés salió corriendo. Sentí que ella iba a llorar, quise abrazarla, pero el Cristian se me adelantó y ya la tenía en sus brazos; si nuestra escena anterior había llamado la atención, ahora teníamos nuestro propio círculo de admiradores.

-Váyanse o les parto la cara – dije con mi tono más amenazante y sacando otro cigarro.

Algunos se asustaron y se fueron rápidamente, otros me miraron con odio y se fueron más lentamente, pero al final ya no quedaba nadie. Miré que la Camila forcejeaba contra el abrazo, pero el Cristian era más fuerte, creo que sigue siendo el más fuerte de nosotros cinco, algo le decía al oído que yo no podía oír, simplemente me senté a lo indio a su lado, era una escena bastante extraña, un tío fumando sentado en la mitad de un paseo peatonal y a su lado un tipo abrazando a la fuerza a otra tipa también sentada como yo. Pasaron muchos minutos, o quizás eran pocos, no estoy seguro, los faroles se prendieron y el cielo estaba anaranjado.

-Que está bonito el cielo – dije y me recosté

-Jajajaja, vas a seguir con eso – dijo el Cristian con una risa que sentí sincera, ya no forcejeaba.

- Suéltame, ya estoy bien.

La Camila tenía los ojos rojos, le ofrecí un cigarro, lo tomó, lo miró con detenimiento y lo partió por la mitad.

-¿Quieres matarme?

-Por supuesto, ya seriamos dos suicidas, nos vamos al infierno, no quiero estar solo allá, el Cristian es muy buen tipo para acompañarme.

Ella sonrió, luego comenzó a reírse, parecía una carcajada desesperada, se reía muy fuerte, se recostó y siguió riéndose. Eso tampoco lo había visto nunca hasta entonces.

-¿Y ahora qué?, ¿esperamos a los otros dos?

-No, espera a que se ponga el sol y nos vamos a tomar unos tragos. ¿Cómo te llamas? – le pregunté a la Camila.

-Daniela.

-Ya sabía que Camila no era tu nombre.

-Hombre no jodas con que no sabías su nombre.

-Disculpa, pero creo que una vez alguien te llamó Camila y ese nombre se me quedó en la mente, como nunca te tratamos por tu nombre, que se yo, se me fue.

-Tú me llamaste Camila una vez.

-Bueno, ¿qué importa?, un nombre es un nombre, peor sería no recordar que te gustan los Bee Gees.

-No me gustan, a mi me gustan los Beatles.

-¿Nos estas tomando el pelo? – preguntó el Cristian con una cara exageradamente confundida

-Por supuesto. Bueno, ya se puso el sol, vámonos a tomar algo para poder conocerte mejor Daniela, y Cristian, vamos a asegurarnos de que realmente eres tú.

-¿Eso que estabas fumando era tabaco?

-Por supuesto, no tengo plata para otras cosas.

Hace un mes nos juntamos los cinco y pasaron esas cosas, hace un mes supe que a la Daniela la había violado el papá y también supe que estaba de cumpleaños el mismo mes que yo, supe también que el Cristian alguna vez fue drogadicto pero que ahora lo combatía con chicles, hace un mes también un espermatozoide ganó la competencia y dejó embarazada a la Sofía. Hace un mes en un bar tuve un ataque y me llevaron al hospital donde me encontraron un tumor cerebral; hace un mes empecé a perder la memoria y a usar una libretita donde anoto todo para no perderme, hace un mes que nos hicimos más íntimos con la Daniela y el Cristian, ellos siempre me recuerdan la historia de hace un mes; hoy día después de un mes por fin nos vamos a juntar otra vez los cinco, en una de esas muero en la operación, nunca se sabe, así que nos vamos a juntar para pasar el rato. Dijeron que si la guagua sale hombre y yo me muero, le van a poner mi nombre, si no me muero entonces le van a poner Alan, si sale mujer y me muero le van a poner Valené, como mi personaje favorito de película, si es mujer y no me muero, bueno, ahí verán. Es como decía Cortázar en un cuento, siempre son dolores o la familia, si, siempre son dolores o la familia.